miércoles, 7 de marzo de 2012

QUANTA NOSTALGIA...(Antonia Russo)

PROLOGO 

Desde muy niña oía las canzonetas napolitanas que mis padres ponian en ese tocadisco”winco”y tarareaban continuamente. Y cuantos temas, cuantas letras, quedaron grabadas a fuego en mi corazón. Especialmente una, la que inspiro el título de este libro, cuyo estribillo,sonaba asi”quanta trizteza,quanta nostalgia,en el ricordo della Italia mia”
Esa nostalgia que brotaba de los labios de mi abuela, cuando contaba cosas de su niñez y juventud, de los ojos de mi madre, cuando me enseñaba a amasar la pasta de los domingos, de la voz quebrada de mi padre cuando nos contaba como habia sido prisionero de los nazis y pudo escapar, saltando del camion y haciendose pasar por muerto.
Estas cosas, estos sentimientos, marcaron profundamente mi corazon y llevó, a lo largo de la vida esa marca maravillosa de la nostalgia y el amor por la tierra lejana, por la patria pérdida.
Cuando pude, cuando se dio la oportunidad, puse mis manos y sobre todo mi corazon, para trabajar por ellos, los inmigrantes, los que un dia dejaron sus tierras y vinieron, con sus penas y sueños a cuestas, aquí, a nuestro pais, a regalarnos su honradez, su trabajo, su vida
Mi alma tuvo oportunidades maravillosas que me regalo la vida, para acercarme, a estas personas que admiro: primero, casi en la adolescencia, fui parte del grupo que trajo y entronizó a la “madonna delle Macchia” (Virgen de los bosques), patrona del pueblo de Buoalbergo, de donde vino mi mamá, orgullo aún hoy de todos los paisanos que se unieron para venerarla.
Pude ayudar también, en aquellas épocas, a Maria Antonietta, encargada de gestionar jubilaciones y ayuda social en el Patronato ACLI, donde los abuelitos me regalaron esos besos y esas manos que apretan fuerte y calidamente.
La vida me siguio obsequiando experiencias, cariños y esa magia de acercarme a ellos y sentir como propia cada una de sus vivencias. Comencé a hacerles notas, sus historias, las que hoy estan aquí, a compartir charlas y café con muchos de ellos que con alegria, nostalgia y a veces un poco de tristeza, me contaron cosas de su vida, que tal vez estaban olvidadas, perdidas, pero que al reflotarlas. ,mas de una vez trajeron lagrimas a sus ojos. y a los mios
Casi simultáneamente a esto, tuve un regalo maravilloso, unico, especial: ser parte de un contigente de ancianos que volvian a su tierra, muchos de ellos, por primera vez.
Es difícil expresar con palabras lo que vi, lo que senti, ya que las emociones se entremezclaban como un arco iris desaforado: por un lado verlos a ellos volverse niños, volver a sentir los olores, sabores y colores de su tierra, en un éxtasis y felicidad que brotaba a borbotones por sus ojos que querían mirar todo de nuevo, guardar las imágenes, sus manos incansables tocando cada rincón, sus corazones que estallaban de alegría y sus voces que eran mágicas canciones cada vez que se reunían
Y por otro lado, estaba mi alma, mi corazon, mi asombro, al estar alli, tocando las paredes de la casa de mi madre, subiendo las mismas escalinatas que de niña vieron sus juegos.
Conocer el campo de mis abuelos, donde jugaba mi papa, el cementerio, donde se escondian cada vez que habia bombardeos....Caminar sus caminos. Seguir sus huellas, ver esa luna gigante de Caserta, sentir ese mar tibio de Capri
Ellos, los inmigrantes, le regalaron amor a mi vida, a mi alma, a mi corazon, es por eso que hoy quiero desde lo más profundo de mi ser, rendir este sencillo homenaje a todos y cada uno de los hombres y mujeres que un dia dijeron adios o hasta luego a su suelo, a su patria y dirigidos por no se sabe que soplo extraño de angeles o destinos, llegaron aquí, a nuestra tierra tan lejana para ellos, pero que aman, que han obsequido con sus vidas y plantado el ella el fruto de su amor.
Yo, una simple semilla, una de tantas, en estas historias de vida que forman parte de este libro, deseo valorar y enaltecer la nostalgia y el esfuerzo de todas esas almas..

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